miércoles, 2 de enero de 2013

UNA EXTRAÑA EXPERIENCIA

¡Hola! Aquí os dejo otra de mis historias. Es un poco larga, así que la iré publicando por partes. ¡Disfrutadla!

CAPITULO 1


Acabo de despertarme, y todavía veo cosas ardiendo y gente corriendo y gritando. Tengo miedo, y no sé muy bien cómo reaccionar. Lo único que se me ocurre es coger mi mochila y salir corriendo sin mirar atrás. Parece mentira que, hace tan solo unas horas, todo siguiera siendo perfectamente normal.
Me alejo de los restos carbonizados de un autobús y me meto corriendo entre los árboles de un frondoso bosque. Me paro a buscar agua en mi mochila y encuentro un par de papeles. Uno de ellos es un mapa del bosque en el que me encuentro. El otro, una nota. Estoy intrigada así que abro la nota. Una lágrima me cae por la mejilla cuando veo una sola frase escrita en el papel con la pulcra letra de mi difunto abuelo: “Cuando te encuentres en peligro, sigue este camino”.
Observo el mapa y me dirijo a mi primer destino, el comienzo del camino, un precioso claro a unos pocos metros de la linde del bosque. El camino está repleto de hojas y ramas que me arañan la cara y las manos. Al cabo del rato, cuando ya no puedo soportar más el escozor de mis arañazos, me alejo unos metros del camino para buscar un sitio donde pasar la noche y donde poder curarme las heridas. A lo lejos, todavía escucho explotar las últimas bombas. De pronto, caigo por un agujero oscuro y profundo. Caigo durante lo que a mí me parecen horas, aunque en realidad son solo unos pocos segundos.
Por fin, el trayecto llega a su fin. Parece un sitio cómodo, aunque no estoy segura porque sigo confusa por todo lo sucedido. Cuando mis ojos se acostumbran a la penumbra, noto un dolor agudo en la pierna derecha. No quiero mirar pero, al final, lo hago. Mala idea porque, en cuanto miro, las náuseas acuden rápidamente a mí. Una mancha rojiza me oscurece el pantalón. “Genial, lo que me faltaba”, pienso. Me levanto la pernera y, por suerte, la herida es pequeña y poco profunda, así que me arranco un trozo de camiseta a la altura del ombligo y me vendo la herida. Cuando termino, hecho un vistazo a mi alrededor y observo que he caído encima de algo suave. Cuando me fijo mejor, me doy cuenta de que es una sábana. Miles de preguntas llegan en menos de un segundo a mi mente: ¿Qué hace aquí una sábana? ¿Quién se habrá molestado en cavar este agujero? ¿Y por qué está señalado en el mapa de mi abuelo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Bueno, aunque siempre lo digo, solo unos pocos me comentan. Un blog se alimenta de comentarios, ¡y la escritora también! Vuestros comentarios me animan a seguir escribiendo historias, reseñas... En fin, ¡cualquier cosa! Así que ya sabéis, ¿por qué no me dejáis un comentario? ;)

Gracias por tu comentario, en breve se publicará.